viernes, 12 de febrero de 2010

Los orígenes de Fidel Castro

Justo antes de finalizar la centuria, en el año 1899 sucedió un hecho trascendental, pero que los libros de Historia de Cuba no mencionan. Apenas unos días para comenzar el nuevo siglo, posiblemente el 4 de diciembre de 1899, llegó el vapor francés Mavane al puerto de La Habana. Tantos vapores en esa época atracaban que éste no llamó la atención. Pero ese día era diferente. Llevaba una preciada carga dentro de él. Poco a poco comenzaron a descargar sus mercancías. La tarea era aburrida para los trabajadores portuarios. El ardiente sol golpeaba sin piedad sus tostados rostros. Todos deseaban que pasaran rápidamente esas semanas y llegara el fin de año, para la celebración del nuevo siglo, el inicio del Siglo XX. Pronto los pasajeros iniciaron el descenso a suelo cubano. Uno de ellos se detuvo un instante, justo antes de pisar esa nueva tierra. Aún estaba en el barco y sin saberlo de su próximo paso dependería una nación durante medio siglo. Más aún, el planeta entero, con cientos de miles de vidas humanas, muchas aún sin nacer, dependían de aquel último paso. Por entre las nubes Dios lo miró con un suspiro contenido, pero nada podía hacer en asuntos de humanos. El hombre venía de Galicia, y estaba seguro, como muchos de sus compatriotas gallegos, que su vida aquí mejoraría. Miró el ardiente sol tropical, se limpió el sudor que ya comenzaba a brotarle de la frente y por fin colocó su pie fuera del barco. Una pequeña nube de polvo se levantó y toda la Isla se estremeció. Nadie en Cuba se imaginaba que en ese momento el destino de un país, por más de 50 años, estaba echado. Caminando rápido y alejándose del ardiente sol, el futuro padre de Fidel Castro se perdió entre la multitud.

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