viernes, 12 de febrero de 2010

Breve Historia de América y de Cuba 2

Breve historia de Cuba desde 1498 hasta el año 1959...

“El continente americano fue descubierto para la Europa Medieval por el Gran Almirante Cristóbal Colón en el año del Señor de 1492”. Esto es lo que dicen los libros de Historia. Pero todos sabemos que Colón buscaba a Las Indias. El Gran Almirante fue el marino del mayor error en la Historia de la Humanidad y también el de mayor suerte. No se puede comparar a Colón con el Capitán Cook ni con Magallanes, pues estos últimos sabían perfectamente lo que hacían. Saliendo de España directo hacia Occidente obviamente tropezaría de narices con el continente americano, pero no como alguien que lo estaba buscando, sino como un ciego que de pronto encuentra una pared. Ha sido uno de esos yerros de la Historia tan bien hechos que ha logrado un nuevo descubrimiento. Está claro que las relaciones del Almirante con Dios eran estupendas. Y también está claro que equivocarse catastróficamente bien vale la pena algunas veces.

Cuenta la leyenda, repetida por innumerables generaciones de cubanos, que al llegar los europeos la isla estaba llena de árboles, ríos cristalinos, un magnífico clima y pequeñas tribus de nativos muy serviciales. Siglos más tarde solo quedaría el buen clima, debido a una sistemática destrucción de todo lo anterior. ¡Tan “creadora” es la raza humana! Y que Colón no pudo más que exclamar: ¡Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás! No es muy creíble la historia, pues Colón tenía de todo menos de poeta, pero es de suponer que el Almirante, o cualquier persona que de igual modo salga del mar luego de dos meses y medio sin esperanzas posibles de ver tierra, con gran probabilidad diría una frase parecida. Lo cual no quita que evidentemente el verdor del continente americano impresionara a los europeos, luego de siglos devastando su propio país. Pronto, no obstante, le tocaría el turno a este. Dicho sea de paso, tampoco podemos ver a los indios americanos como buenos conservadores del medio ambiente. No lo habían destruido por falta de tecnología y desarrollo económico suficiente. Eran seres humanos como los que llegaban del otro extremo del mundo; sádicos, guerreros, destructores y ansiosos de poder y gloria, aún a costa de asesinatos y masacrar a los pueblos que los rodeaban.

Eso precisamente era lo que hacían los indios en América antes de la llegada de los españoles. Los mayas en América Central se atacaban y destruían sistemáticamente unos 500 años antes del descubrimiento del nuevo mundo por la Europa Renacentista. De igual modo los aztecas, e incas, tenían aterrorizados y dominados a los distintos pueblos más débiles que los rodeaban. Era simplemente la misma historia de siempre en la humanidad: destruye o serás destruido. Solo que esa vez le tocó el turno a los vencedores. La raza humana es extremadamente competitiva.

Los aborígenes de la isla de Cuba eran sumamente nobles. Se les llamó indios erróneamente por los europeos, en su capricho de creer que habían llegado a las Indias, quedando un nombre que nada tenía que ver con la realidad. Ellos tenían sus propios nombres para designarse. No obstante, el mote quedó por siempre para designar a los pueblos del Nuevo Mundo, aún cuando se sabía ya por parte de España que era un nuevo continente. En el caso de los de Cuba, estos pequeños pueblos desconocían prácticamente la guerra. Eran aún recolectores cazadores, en su mayoría emigrados de Centroamérica a esas islas cientos de años atrás, huyendo de los combates entre las tribus del continente. No opusieron resistencia casi de ningún tipo a los conquistadores.

Los europeos, bastante prácticos, rápidamente se pusieron a buscar lo que los había movido desde el otro lado del océano, el oro. En Cuba no había grandes minas pues era una isla. En los ríos, ocasionalmente, se encontraban pedacitos del codiciado metal llamados “pepitas”. Estas pepitas fueron pronto arduamente buscadas por los españoles y los indios obligados a ello. Los indígenas generalmente se ahorcaban debido a los tratos inhumanos de que eran objetos. Sus dos únicos enemigos antes de la llegada de los europeos eran los ciclones y los feroces indios Caribes, del norte de la actual Venezuela. Estos generalmente hacían operaciones de saqueo en las islas del golfo, incluyendo a Cuba, en sus veloces piraguas. Faltarían siglos para que descubrieran que tenían “oro negro” en su propio país, que aquella tierra se llamaría Venezuela y que un hombre de nombre Hugo Chávez, se dedicaría a despilfarrarlo en revoluciones quiméricas. Si lo hubieran conocido habría sido colgado en su primera piragua por hablar demasiado y hacer tan poco.

El mar Caribe tomó su nombre de manera curiosa, pues se cuenta que al preguntar los españoles qué nombre tenía ese mar, dado por los indios cubanos, ellos señalaron “caribes”, indicando las tribus que venían, no el nombre del mar, pues tampoco habían entendido bien lo que preguntaban los españoles. Y estos pensaron que se les señalaba el mar. Su otro enemigo, las tormentas que se originaban en el golfo, eran llamadas por ellos “hurrikan”, de donde más tarde vendría la palabra “huracanes”. En ambos casos los indios cubanos huían tierra adentro, escondiéndose en cuevas, para aguantar el temporal, tanto de indios feroces como de vientos poderosos y torrentosas cascadas de agua caídas del cielo. Esta técnica no les funcionó con los españoles, pues los persiguieron con perros, hasta hallarlos selva adentro, poniéndolos a trabajar como esclavos. Pronto se acabaron tanto las pepitas como los indios. En poco tiempo, de los aborígenes cubanos no quedó casi nada, y los españoles, en su deseo de encontrar oro, se fueron esparciendo por otros lugares fuera de Cuba, conociendo al continente americano.

Así descubrieron México. Destrozaron a los feroces aztecas, ayudados por otros pueblos indígenas, que de igual modo pagaron caro su ayuda a los españoles, pues también fueron devastados. Si con la sandalia azteca lo pasaban mal, no fue nada comparado con lo que sufrieron cuando la bota española cayó sobre sus espaldas. Luego los conquistadores la emprendieron con toda Centroamérica. De Colón ya no quedaba apenas sino el recuerdo, muerto, según algunos, cubierto de cadenas en la lejana España.

Luego del Caribe la llegada al Océano Pacífico fue una consecuencia lógica. Así, se cuenta que Vasco Núñez de Balboa lo descubre en la fecha exacta del 25 septiembre de 1513. No obstante, como norma en la historia humana, los grandes han muerto pronto. En el año del señor de 1517 moría decapitado, acusado de alta traición, cargo muy común en todas las épocas para desembarazarse de alguien incómodo. Fue usado por César y contra César, usado y contra usado por y contra Napoleón. Alejandro Magno, Hitler, Fidel Castro, Hugo Chávez y cuanto dictador, mediocre o no, que ha existido, ha necesitado ese extra pasa salir de los molestos. Vasco Núñez de Balboa fue otra víctima del mismo epíteto. Puede solo tener de consuelo que aún muchos más en el futuro, mientras existan seres humanos, serán culpados de lo mismo al estar atravesados en el camino de algún dictador. El autor de este libro, por ejemplo, si el libro llega a molestar al sistema cubano, igualmente sería acusado de traidor. Por suerte no será un libro muy famoso y así no seré acusado de traidor a la patria y continuaré con mi cabeza puesta.

Los españoles, a quienes no se les puede quitar su afán de aventura e intrepidez, así como de arrogancia y asesinatos (¡cuantas cosas van unidas en el alma humana!), conquistan el último imperio, el de los incas en el Perú en una maniobra militar y política realmente audaz, al nivel de la de Cesar o Alejandro Magno. El orgulloso Atahualpa, engañado como un niño, es ejecutado. Toda América yacía a los pies de los conquistadores. No obstante el pastel no se lo iban a dejar solo a España. Pronto las potencias europeas, con sus ojos anteriormente vueltos hacia Oriente, en el gran comercio de las especies de la época del Renacimiento, voltearían sus cabezas para mirar hacia el lugar antes nunca soñado. Hacia Occidente…

Cientos de navíos con banderas holandesas, inglesas, francesas, portuguesas y otras empezaron a surcar las aguas del Golfo de México, mientras un asombrado Mar Caribe los contemplaba, acostumbrado durante siglos a pequeñas piraguas. Aquí entró de nuevo el asunto Cuba. España entendió casi desde el inicio su riqueza aún hoy mantenida y que no se perdería jamás, pues no dependía de los gobiernos. Esta era su clima y su posición geográfica. Cuba ocupa una posición privilegiada en el centro del Golfo de México. En Cuba se prepararon y salieron las expediciones de Hernán Cortés a Tenochtitlán, así como la conquista del Perú, y la de la Florida, pues era la base militar de España en América, aún antes de poner plazas fuertes en el mismo continente. Era lo que llamaríamos hoy una base militar naval. Tanto fue así que la última colonia de España en América fue la isla de Cuba, a la cual no quería perder bajo ninguna circunstancia.

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