viernes, 12 de febrero de 2010

Breve Historia de América y de Cuba 4

-- La Neocolonia americana

Al finalizar la guerra de independencia, el líder de más prestigio en la lucha libertadora se llamaba Máximo Gómez. Era el Bolívar o San Martín de Cuba, de origen dominicano. Lo adoraban como a un dios. Persona noble y orgullosa, jamás quiso tomar el poder en Cuba, aunque el pueblo a gritos se lo pedía por donde pasaba. Dicen que se enfermó de su mano derecha, por tantos saludos que brindaba a todos. ¿Por qué Gómez no tomó el poder? Era tan cubano como cualquiera en ese momento y con su prestigio fácilmente podía haberlo hecho. Sucede que años antes, en plena guerra libertadora, Maceo, Martí y él tuvieron encontronazos por el asunto del poder en Cuba luego del triunfo. Martí no quería que los líderes militares de la gesta fueran al poder, convirtiéndose en verdugos del pueblo, tomando como base las victorias militares anteriores. Esto había sucedido en la mayoría de los pueblos liberados de América Latina. Es muy posible que sus encontronazos con Martí por este asunto, y su deseo de honrar la memoria de este, le imposibilitaran moralmente tomar el poder. No obstante, era a él a quien el país necesitaba de todos los que había en esos momentos disponibles para el cargo de Presidente. Al negarse modestamente para el cargo, sentenció sin querer a Cuba por mucho tiempo con Presidentes sin escrúpulos. Muy posiblemente si Gómez hubiera sido el primer presidente, hubiera dejado una huella, un camino a seguir y los demás tendrían que seguir la pauta inicial creada. No obstante, todo esto son simplemente especulaciones. Lo real fue que Gómez se negó y obviamente otro tomó su puesto.

El mediodía del 20 de mayo de 1902 el gobernador militar estadounidense, Leonard Wood, hizo el traspaso de poderes al primer presidente electo de Cuba, Tomás Estrada Palma. El país deseaba a toda costa desarrollarse, luego de la devastadora guerra de liberación de España. Estos presidentes, fortuitos y sin interés ninguno por expandir el desarrollo de Cuba como país, se dedicaban en rasgos generales a tomar lo que podían en su mandato, aprovechando la gran coyuntura económica que poseía Cuba por ese entonces con respecto a la caña de azúcar. La isla contaba con solo 1, 572,797 habitantes. Aún así, pronto produjo personalidades que harían llevar su bandera al podio mundial. Sucedió que entre los niños de esa época hubo uno que adquiriría renombre en todo el planeta. ¿Su nombre? José Raúl Capablanca y Graupera.

Sus dotes pronto se pusieron de manifiesto y llegó a ganar la corona del orbe del ajedrez. La carrera ajedrecística de “la máquina de jugar ajedrez”, como también se le llamaría, fue todo un éxito, y como un relámpago en cielo despejado, se abrió camino desde el anonimato hasta las cumbres de los famosos. Venció a Lasker, el campeón de la época, a Tartakower y a todos los grandes del momento. Los cubanos, orgullosos pensaron que era la personalidad del siglo. Craso error.

El primero de agosto de 1928, el boxeador cubano Kid Chocolate empezaría su fabulosa carrera boxística en la ciudad de New York. Por esa época la estrella de Capablanca ya se eclipsaba. Había perdido el título del mundo el año anterior ante Alekhine y jamás su rival le daría posibilidad de revancha. Kid Chocolate ganaba el título del orbe en 1931, ante la admiración de millones en el mundo, por su estilo impecable en el ring, pero también en 1938 ya era una estrella apagada. Solo 7 años había saboreado la cima. Su estilo de vida posibilitó que prontamente derrochara el dinero ganado a manos llenas con mujeres y amigos, y de igual modo su forma deportiva la perdiera prontamente.

Capablanca, moría en la noche del 7 de marzo de 1942. Estos dos colosos marcaron la época de 1920 - 1930 en la Isla. Pero no serían ellos la personalidad del siglo XX en Cuba, Un temible castigo nos preparaba Dios desde las alturas. No se quedaría la isla sin gente famosa. Uno de esos torbellinos de la historia se estaba gestando y desgraciadamente, sin los humanos sentimientos de estos gigantes. La verdadera figura cubana, la que opacaría a estas y mantendría su fama hasta el mismísimo siglo XXI ya había nacido. El niño Fidel contaba en 1938 con apenas unos 12 años...

... Así era Cuba antes del asunto Fidel. Gobiernos corruptos, boxeadores famosos, intereses americanos en la isla, emigrados de todas partes, y la segunda economía en América Latina. Hacía falta de todos modos un arreglo en todo esto. Este arreglo lo realizó desgraciadamente Fidel Castro.

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Breve Historia de América y de Cuba 3

- La colonia

Al acabarse el oro en Cuba, la isla pronto demostró que era sumamente fértil. Los españoles rápidamente entendieron que la siembra era el futuro allí, y empezaron la tala de bosques. Cuba fue el primer lugar donde comenzó la despiadada tala de árboles en el continente americano. Los antiguos bosques de la isla pronto empezaron a ser sustituidos por sembrados. Cuando al fin los indios cubanos dieron el último suspiro, se empezaron a traer negros del África, en un comercio de humanos que duraría hasta bien entrado el siglo XIX. La trata negrera llenó a Cuba de otra nueva raza, importada allende el mar. Esta raza pronto formaría parte de la idiosincrasia y cultura del futuro pueblo cubano

Por otro lado, no solo los españoles se percataron de la importancia geográfica de Cuba. Piratas y filibusteros de todas las razas y países, desde el mismo siglo XVI hasta casi el siglo XX penetraron en sus costas comerciando, saqueando y matando todo lo que podían. Se les facilitaba la actividad debido a la inmensa cantidad de islas pequeñas (llamadas cayos) que Cuba posee en su litoral. Siglos más tarde serían el paraíso de los turistas, que deseaban tostar su blanca piel. Pero en la época que describimos, los “turistas” de la zona, feroces piratas, corsarios y filibusteros con la piel bien oscura por el despiadado sol, correteaban por estas islas, escondiendo tesoros, atacando villas y poblados y hasta poderosas ciudades, con tal de quitarle a los españoles las inmensas ganancias anuales que enviaban a España. Las transparentes aguas del Caribe demasiado frecuentemente se teñían con la sangre de sus victimas.

España, debido a este constante saqueo, fortaleció inmensamente sus ciudades en el nuevo mundo, y convirtió a la futura capital de Cuba, la villa de San Cristóbal de La Habana, en una de las más defendidas de América. Se cuenta que la construcción de los castillos del Morro y la Punta, con sus poderosos muros y sus cañones apuntando al mar, le costó tanto al rey, que este se levantaba por las mañanas en España con deseos de ver en el horizonte aquella fortaleza tan extremadamente cara.

No solo los piratas hallaron interesante a la Isla. En el año 1763 los ingleses hicieron un crudo ataque a La Habana, culminando con la victoria inglesa. La Habana, capital ya de la colonia de Cuba fue tomada, y los españoles tuvieron que negociar con Inglaterra su devolución. Esta historia es interesante y tengo mi propio punto de vista. Desde pequeño la cuentan mostrando lo heroicos que fueron algunos de los personajes de la época luchando contra el invasor inglés. Así tenemos a Pepe Antonio, con su bravura resistiendo a los ingleses. Pero analicémoslo un poco. Lo cierto es que Cuba era colonia de España, y no veo la razón de luchar contra los ingleses si de todos modos estábamos defendiendo los intereses de la Metrópoli en el Nuevo Mundo. La historia demostraría más tarde que era mejor ser colonia de Inglaterra que de España. Por ello esos defensores realmente deberían ser acusados de traidores pues nos hicieron regresar a España, cuando realmente hubiera sido mucho más ventajoso para el futuro ser colonia británica. Tienen como justificación que no lo sabían en ese momento, lo cual no quita su inmenso error.

En el Tratado de Paris de 1763 se acuerda que la isla de Cuba (desgraciadamente) regrese a España. Volvimos, pues, de nuevo a la potencia más atrasada, la cual no nos soltaría hasta el inicio del siglo XX. Perdimos nuestra posibilidad de aprender inglés desde el nacimiento. Pero así es la historia. En la actualidad sigo diciendo, tercamente, que era mejor haber continuado con la bota inglesa encima que con el zapato gallego. De todos modos igual da ya.

A fines del 1800 los futuros Estados Unidos luchan por su independencia, liberándose de la tutela británica, y dan ejemplo de país independiente en América. Esto fue como una explosión. Parece que a nadie aún en Latinoamérica se le había ocurrido la idea de andar solos, únicamente a los ”malos” yanquis. Entonces la pólvora explotó, y todos desearon seguir el mismo camino.

Dicho sea de paso no solo en América tuvieron las luchas de liberación el ejemplo de la norteña, sino también en Europa. La famosa Revolución Francesa (1789-1799), base del futuro socialismo de Marx y Engels, tuvo su fundamento en la guerra de liberación norteamericana (1775-1783). Muchos de los políticos franceses admiraban las nuevas ideas de allende el océano, de vida social sin reyes, e igualdades sociales para todos, sin importar la casta social o familiar, y por ello intentaron eliminar a los nobles y reyes en su propio país. Esto desencadenó finalmente lo que más tarde sería la famosa Revolución Francesa. Resulta sumamente interesante que siglos más tarde, los precursores de la eliminación de los reyes a nivel mundial, las 13 colonias británicas que se independizaron de Gran Bretaña y que edificaron el primer sistema político liberal y democrático de la época moderna, inventando el cargo de presidente de un país, sean acusados y golpeados por el mismo bumerang que ellos lanzaron inicialmente. Las palabras revolución y socialismo, basadas más tarde en la Revolución Francesa, serían usadas contra el propio país que realmente originó todo, los Estados Unidos de América, acusados precisamente de no ser democráticos, por sistemas totalitarios comunistas. El socialismo y comunismo modernos, acusadores hasta el extremo de los Estados Unidos de América, tienen su base en la guerra de liberación norteamericana y las nuevas ideas que presentó al mundo. Interesantísima la Historia, ¿no?

Luego de guerras de liberación en muchos países latinoamericanos, con sus caudillos propios, de nuevo América se volvió para mirar a los EUA. Estos ahora la habían tomado con la esclavitud, tratando de eliminarla, y lo lograron. Estados Unidos también fue el primer país del mundo en hacerlo. Seguidamente en América, léase Cuba, Brasil y otros, donde la trata negrera era fuerte, empiezan los movimientos antiesclavistas. El siglo XIX permitió al fin, en casi todos los países americanos, la eliminación de la repugnante esclavitud. No obstante, a fines de esa centuria en Cuba aún se mantenía esta odiosa estructura. Los esclavos vivían en los llamados barracones, donde dormían hacinados y solo sobrevivían los más fuertes, originando un proceso de selección entre la raza negra que luego crearía la falsa idea que eran físicamente mucho más fuertes que los blancos. Años más tarde la sucesiva mezcla de blancos y negros pondría todo de nuevo en su lugar.

Al terminar el siglo XIX, solo Cuba le quedaba a España en América. Los cubanos, para no quedarse atrás, deciden sacar a España de sus tierras. Le iba a ser más difícil pues a pesar de que España era mucho más débil que antes, con toda la fuerza de sus ejércitos impediría su deseo de independencia. En la guerra de liberación se forma realmente su historia como nación, obviamente como en todos los países cuando se liberan. Es en esta época donde surgen los héroes cubanos y sus futuros pensadores, tomando la sangre caribeña la temperatura que la caracteriza. La guerra de independencia se origina oficialmente en el año 1968, (¡qué tarde, en comparación con otros países de América!), con el famoso grito de Carlos Manuel de Céspedes en su hacienda “La Demajagua”, y ofreciéndoles la libertad a sus esclavos. Realmente estaba un poco dormido en el siglo Céspedes, para tan tarde empezar con el asunto de la libertad, pero le cabe el mérito al menos de ser el primero en Cuba que lo hace.

La lucha por la independencia permitió aumentar el sentimiento nacional en los cubanos, como siempre ocurre con este tipo de guerras en todas partes. España se permitió todo tipo de atrocidades con tal de no perder el dominio de la isla, como también ocurre en esos casos siempre. Los primeros campos de concentración en América, siglos después de lo que habían hecho con los antiguos nativos indígenas, se realizaron en Cuba con las personas de las zonas rurales. Los motivos, según leemos en las crónicas de la época eran obvios. No querían perder la Perla del Caribe, como le llamaban.

Cuba era para España como Egipto para los romanos. En un clima tan fecundo todo estaba cultivado. Con su verde perenne era tierra muy fértil (un siglo después, con supuestamente mayor tecnología Fidel Castro dejaría los campos cubanos en una ruina también perenne). Según las palabras del propio General Máximo Gómez, escritas en su diario de Campaña, a los mambises (nombre dado a los luchadores por la libertad en Cuba), “les daba pena quemar aquellos inmensos sembrados de papa, cebolla, caña de azúcar, naranjas y muchos otros cultivos…” Pero por la independencia de Cuba y en su nombre, cientos de estos campos fueron pasados a la tea libertadora. Siempre en nombre de las revoluciones se hacen las mayores destrucciones. La zona occidental era la más próspera, con la mayor cantidad de sembrados siendo por ello la última en ser sacudida de la mano española.

Las guerras por la liberación de América, tanto contra España, como contra Francia e Inglaterra han creado ciertos mitos. Aquí nos permitimos un breve apartado. Es importante señalar que todos nosotros, los americanos, desde Canadá hasta la Tierra del Fuego siempre nos la damos de haber tenido grandes combates, precisamente por no haber tenido realmente ninguno comparable con las del continente europeo. Leemos en los libros de Historia de nuestras “grandes batallas” y el estudiante se lleva esa impresión. Tenemos delirio de grandeza épica y guerrera. Toda batalla es horrorosa, pero hay que tener cuidado cuando se enseñan los hechos históricos. Al igual que erróneamente se enseña que los indios eran buenos y los españoles malos cuando realmente eran simplemente dos pueblos, uno conquistado y otro conquistador; de igual manera hay error en la descripción de las batallas y guerras de nuestra América, colocando el epíteto de Grandes Batallas a guerras extremadamente pequeñas comparadas con otras en otros lugares del mundo.

El continente americano nunca ha tenido ni población ni geografía para enormes conflictos y ha sido una suerte. La de Ayacucho, por ejemplo, una de las más importantes no llegó a más de 14 mil hombres combatiendo, y el combate no fue más allá de las cuatro horas. Esta cantidad de hombres y su duración no seria más que una avanzadilla de las tropas de Napoleón, Atila, o Alejandro Magno. En las guerras norteamericanas ocurre parecido. El ataque a Pearl Harbor, a pesar de haber sido una pesadilla para los participantes, fue un pequeño encuentro, comparado con los horribles combates en los frentes europeos de la Segunda Guerra Mundial. Tengo un amigo que vio la película “Pearl Harbor” y me contó horrorizado que los americanos habían sufrido incluso más que los rusos en la Segunda Guerra Mundial. Este es el problema, aquí ya empezamos a creer que realmente lo nuestro fue peor que lo de los demás pueblos. No se puede uno engañar. En la batalla de Kursk (julio 1943) participaron más de... ¡dos millones de hombres¡ entre rusos y alemanes, durando más de una semana la lucha. El famoso enfrentamiento de Aecio y Atila, (7 de abril del 451 a.C.), duró todo el día, terminado según las crónicas más creíbles, con más de 165 000 cadáveres en el campo de batalla. Esto es 165 veces la cantidad de personas de nuestra batalla de Ayacucho, y solo en muertos. No hemos contado los que quedaron vivos. En la batalla de Alejandro Magno contra Darío (Gaugamela. 331 BC) casi a inicios de la Historia, participaron como mínimo más de 300 000 hombres. Comparar esto con nuestras “grandes batallas” es engañarnos y engañar a nuestros hijos. Es por ello que hay que ver lo que enseñamos. Luego, cuando son adultos, se creen a pie juntillas que nuestros pueblos son los más explotados y pobres del planeta, que tenemos las montañas más altas, o los ríos más profundos, así como las peores batallas conocidas. Para amar a un país, de igual modo a como amamos a nuestros hijos, no es necesario engrandecerlo con cosas y hechos históricos tergiversados, sino mostrados en la manera correcta, con la comparación majestuosa de otros. Así amamos al planeta en general y reconocemos en otros pueblos su propia grandeza

El hecho de que no hayamos tenido batallas importantes por su magnitud y destrucción no nos hace menos humanos que los europeos, sino que debiéramos estar orgullosos y contentos por ello. No hay por qué exagerar, sino enseñar como se debe. Fueron nuestras batallas, perdieron la vida cientos de americanos, pero no nos centremos en nuestros pueblos como islas. Somos, nacimos y pertenecemos a todo el planeta Tierra. La historia global también es nuestra historia y exagerar nuestros propios hechos solo crea más ignorancia y nacionalismo. Referido a esto uno de los personajes más interesantes, José Martí, nacido y crecido en la época colonial en Cuba, luego de visitar algunos de los pueblos de América, escribió: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea.” Nada más cierto para describir el pensamiento latinoamericano en general…

Existen muchos nombres y anécdotas interesantes de la guerra de Cuba contra España, pues como toda guerra libertadora, creó y formó a grandes héroes. La mayoría de ellos murieron en los campos de batalla cubanos. No obstante, entre todos de nuevo destaca José Martí. Nació el 28 de enero de 1853 y fue posiblemente el mejor cerebro que ha producido la Isla, por ser tan completa su personalidad. Su genio se manifestó bien temprano, así como sus ansias de liberación de España, que era, como ya se ha dicho, la moda de la época. Martí no participó, por su juventud, en la primera Guerra de Independencia de Cuba en 1868, pues contaba apenas 15 años. Por esa fecha aproximadamente cae preso, debido a sus actividades independentistas. Su madre Leonor, sufrió mucho la situación de su hijo. Como poeta que era Martí, le escribió, desde el presidio a sus quince años:

"Mírame, madre,
Y por tu amor, no llores:
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores".

Su obra literaria es bastante extensa y muy bella. Pero no analizaremos aquí la obra artística de Martí, sino su importancia como figura histórica en la historia de Cuba.

Al finalizar la guerra, en 1868, Martí era un joven que había leído mucho, de ideas bastantes progresistas y muy versado en diferentes materias. Preocupado por la pobreza que veía a su alrededor, había leído también artículos sobre el socialismo, los mismos que casi un siglo más tarde convencerían a un joven llamado Ernesto Guevara de la Serna, organizando su épica lucha antiimperialista mundial. Pero no convencieron a Martí. Sobre esto genialmente profetizó:

“Esa futura esclavitud es el socialismo. Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanza y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de si, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que pudiese el Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facilidades necesarias para recabar los medios de cumplir aquellas.

De ser siervo de si mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre el, y en ese sistema socialista dominaría la comunidad del hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyadas por todos los que aprovechan o esperaron aprovechar de los abusos, y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos, el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana... El funcionario autocrático, abusará de la plebe, cansada y trabajadora. Lamentablemente será, y generará la servidumbre”.

(Tomado de: «La Futura Esclavitud», «La América» New York, Abril de 1984, página 954 de las Obras Completas de José Martí. Edición Conmemorativa del Cincuentenario de su muerte, Volume 1, Editorial Lex, La Habana, Cuba.)

Es increíblemente interesante este artículo de Martí y su enorme visión de futuro. Describió concienzudamente al sistema socialista, encontrándole sus fallas fundamentales. Carlos Marx hizo 20 volúmenes de “El Capital” su obra cumbre, y en ninguna de ellas entendió ni un ápice el asunto del alma y psicología humana. Solo Martí desde un inicio la caló hondo, muy hondo. Los procesos sociales no pueden verse independientemente de la esencia interna de los seres humanos. La idea de resolverle al pueblo las necesidades básicas gratis, los hace vagos, sumiendo a la economía del país en un desastre, y teniendo que obligar a los ciudadanos a trabajar en el campo, en grandes concentraciones de personas. Este pensamiento tan agudo de Martí, que incluso al propio Marx se le escapó aparatosamente, se mostró con toda su crudeza en el siglo XX en todos los sistemas socialistas del mundo. Resulta interesante que Martí no le prestó más atención al socialismo. No valía la pena por no ser un sistema viable para la humanidad. Pero las mismas ideas erróneas convencieron al Ché, más de un siglo más tarde, y a cientos de millones de personas. Y para colmo, lo peor, lo realmente humillante para Martí, fue que increíblemente Fidel usaría la imagen martiana para abanderar el socialismo, ese que tanto criticó. ¡Pobre Martí! Demasiadas veces a los grandes se les pone de ejemplo para reafirmar ideas estúpidas.

Martí también criticó duramente a los líderes de la guerra de independencia, por su deseo de convertirse en caudillos del pueblo, como “premio” a sus proezas en las batallas. Diferenciaba muy bien a un país en estado de guerra y un país de posguerra. No deseaba que los caudillos del ejército, luego de concluida la lucha, se apropiaran del poder, convirtiéndose en dictadores, como tantas veces había ocurrido en la historia del mundo, y sobre todo en América. Es tan irónica la historia que precisamente esto es lo que haría Fidel en el siglo que vendría, y descaradamente, en nombre del propio Martí. Lo traicionó dos veces, una con las instauración del socialismo, sistema social al que Martí se oponía plenamente, y otra siendo dictador basándose en sus méritos de guerra, cosa a la cual Martí igualmente siempre estuvo renuente. Si pudiera levantarse de su tumba, tiraría a Castro de una bofetada al suelo. Luego lo alzaría y le diera otra más, por tomar además su imagen para defender al sistema socialista.

Los radicales planteamientos de esta mente brillante molestaban a los caudillos de la guerra de 1868, provocando enfrentamientos entre él y ellos, los cuales le echaban en cara que él nunca había luchado, que solo sabía hablar. Martí era indiscutiblemente una persona genial, pero era humana, como todos. La idea que nunca había luchado parece que lo molestaba a cada rato y sin preparación ninguna para la guerra y el enfrentamiento contra los españoles, se lanzó de manera absurda en el primer combate que participó, de frente contra un grupo de fusileros españoles. Su acción le causó la muerte el 19 de mayo de 1895. La pérdida fue irreparable. Y como toda enorme pérdida, no vio bien Cuba cuanto había perdido sino muchísimo más tarde. La muerte de Martí hundiría a la Isla por más de cien años en un increíble atraso económico y político. Dios nos regaló un Martí en el siglo XIX y por perderlo, nos envió a un Castro en el siglo XX. Si, a veces creo que Dios es un poco cruel. No era para tanto el castigo.

Cuba perdió ahí a su mayor pensador, a su líder político, a su hombre intachable. Perdió más, perdió su futuro, su posibilidad de crecer como país, de presentarse en la arena internacional como un ejemplo positivo a los demás países de América Latina y el mundo. Durante más de un siglo caería el país en un abandono total por parte de sus dirigentes, entre dictadores, sátrapas y locos gobernantes. Mientras, como siempre ha ocurrido en la historia, otros países aprovechaban la oportunidad histórica, desarrollándose, entre ellos, nuestro cercano vecino, Estados Unidos, el eterno malo de la película. La suerte de este país radicó, entre otras cosas, por contar con colosos en el momento de su fundación, marcando un precedente para los otros que continuarían la obra. No sucedió así con los demás países de América. Ninguno ha tenido a grandes hombres justo al inicio de su surgimiento como país independiente de la colonia española. La oportunidad de Cuba se fue con la muerte de Martí.

Al fin, luego de años de guerra y ayudados por las tropas yanquis, que no querían dejar de participar en la lucha para tomar algo de mérito en el asunto, fueron sacados los españoles de la Isla, como mucho antes habían sido ya sacados de otros países del continente americano. El nuevo siglo XX vio a Cuba por primera vez como un estado independiente. Pero había un problema. Este pequeño problemilla marcaría al país durante 100 años. No existía ni una sola persona capaz de tomar el mando y guiar a todos de manera adecuada. Era por esa fecha la Isla como un niño que apenas empieza a caminar por si solo, recién liberada de la Corona española. Desgraciadamente, al no tener un buen padre que la guiara, cayó en manos de personas inescrupulosas que rápidamente se pusieron a robar a manos llenas, acostumbrando al pueblo cubano a ver este tipo de fechorías como algo natural.

Justo antes de finalizar la centuria, en el año 1899 sucedió un hecho trascendental, pero que los libros de historia no mencionan. Apenas unos días para comenzar el nuevo siglo, posiblemente el 4 de diciembre de 1899, llegó el vapor francés Mavane al puerto de La Habana. Tantos vapores en esa época atracaban que éste no llamó la atención. Pero ese día era diferente. Llevaba una preciada carga dentro de él. Poco a poco comenzaron a descargar sus mercancías. La tarea era aburrida para los trabajadores portuarios. El ardiente sol golpeaba sin piedad sus tostados rostros. Todos deseaban que pasaran rápidamente esas semanas y llegara el fin de año, para la celebración del nuevo siglo, el inicio del Siglo XX. Pronto los pasajeros iniciaron el descenso a suelo cubano. Uno de ellos se detuvo un instante, justo antes de pisar esa nueva tierra. Aún estaba en el barco y sin saberlo de su próximo paso dependería una nación durante medio siglo. Más aún, el planeta entero, con cientos de miles de vidas humanas, muchas aún sin nacer, dependían de aquel último paso. Por entre las nubes Dios lo miró con un suspiro contenido, pero nada podía hacer en asuntos de humanos. El hombre venía de Galicia, y estaba seguro, como muchos de sus compatriotas gallegos, que su vida aquí mejoraría. Miró el ardiente sol tropical, se limpió el sudor que ya comenzaba a brotarle de la frente y por fin colocó su pie fuera del barco. Una pequeña nube de polvo se levantó y toda la Isla se estremeció. Nadie en Cuba se imaginaba que en ese momento el destino de un país, por más de 50 años, estaba echado. Caminando rápido y alejándose del ardiente sol, el futuro padre de Fidel Castro se perdió entre la multitud.

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Breve Historia de América y de Cuba 2

Breve historia de Cuba desde 1498 hasta el año 1959...

“El continente americano fue descubierto para la Europa Medieval por el Gran Almirante Cristóbal Colón en el año del Señor de 1492”. Esto es lo que dicen los libros de Historia. Pero todos sabemos que Colón buscaba a Las Indias. El Gran Almirante fue el marino del mayor error en la Historia de la Humanidad y también el de mayor suerte. No se puede comparar a Colón con el Capitán Cook ni con Magallanes, pues estos últimos sabían perfectamente lo que hacían. Saliendo de España directo hacia Occidente obviamente tropezaría de narices con el continente americano, pero no como alguien que lo estaba buscando, sino como un ciego que de pronto encuentra una pared. Ha sido uno de esos yerros de la Historia tan bien hechos que ha logrado un nuevo descubrimiento. Está claro que las relaciones del Almirante con Dios eran estupendas. Y también está claro que equivocarse catastróficamente bien vale la pena algunas veces.

Cuenta la leyenda, repetida por innumerables generaciones de cubanos, que al llegar los europeos la isla estaba llena de árboles, ríos cristalinos, un magnífico clima y pequeñas tribus de nativos muy serviciales. Siglos más tarde solo quedaría el buen clima, debido a una sistemática destrucción de todo lo anterior. ¡Tan “creadora” es la raza humana! Y que Colón no pudo más que exclamar: ¡Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás! No es muy creíble la historia, pues Colón tenía de todo menos de poeta, pero es de suponer que el Almirante, o cualquier persona que de igual modo salga del mar luego de dos meses y medio sin esperanzas posibles de ver tierra, con gran probabilidad diría una frase parecida. Lo cual no quita que evidentemente el verdor del continente americano impresionara a los europeos, luego de siglos devastando su propio país. Pronto, no obstante, le tocaría el turno a este. Dicho sea de paso, tampoco podemos ver a los indios americanos como buenos conservadores del medio ambiente. No lo habían destruido por falta de tecnología y desarrollo económico suficiente. Eran seres humanos como los que llegaban del otro extremo del mundo; sádicos, guerreros, destructores y ansiosos de poder y gloria, aún a costa de asesinatos y masacrar a los pueblos que los rodeaban.

Eso precisamente era lo que hacían los indios en América antes de la llegada de los españoles. Los mayas en América Central se atacaban y destruían sistemáticamente unos 500 años antes del descubrimiento del nuevo mundo por la Europa Renacentista. De igual modo los aztecas, e incas, tenían aterrorizados y dominados a los distintos pueblos más débiles que los rodeaban. Era simplemente la misma historia de siempre en la humanidad: destruye o serás destruido. Solo que esa vez le tocó el turno a los vencedores. La raza humana es extremadamente competitiva.

Los aborígenes de la isla de Cuba eran sumamente nobles. Se les llamó indios erróneamente por los europeos, en su capricho de creer que habían llegado a las Indias, quedando un nombre que nada tenía que ver con la realidad. Ellos tenían sus propios nombres para designarse. No obstante, el mote quedó por siempre para designar a los pueblos del Nuevo Mundo, aún cuando se sabía ya por parte de España que era un nuevo continente. En el caso de los de Cuba, estos pequeños pueblos desconocían prácticamente la guerra. Eran aún recolectores cazadores, en su mayoría emigrados de Centroamérica a esas islas cientos de años atrás, huyendo de los combates entre las tribus del continente. No opusieron resistencia casi de ningún tipo a los conquistadores.

Los europeos, bastante prácticos, rápidamente se pusieron a buscar lo que los había movido desde el otro lado del océano, el oro. En Cuba no había grandes minas pues era una isla. En los ríos, ocasionalmente, se encontraban pedacitos del codiciado metal llamados “pepitas”. Estas pepitas fueron pronto arduamente buscadas por los españoles y los indios obligados a ello. Los indígenas generalmente se ahorcaban debido a los tratos inhumanos de que eran objetos. Sus dos únicos enemigos antes de la llegada de los europeos eran los ciclones y los feroces indios Caribes, del norte de la actual Venezuela. Estos generalmente hacían operaciones de saqueo en las islas del golfo, incluyendo a Cuba, en sus veloces piraguas. Faltarían siglos para que descubrieran que tenían “oro negro” en su propio país, que aquella tierra se llamaría Venezuela y que un hombre de nombre Hugo Chávez, se dedicaría a despilfarrarlo en revoluciones quiméricas. Si lo hubieran conocido habría sido colgado en su primera piragua por hablar demasiado y hacer tan poco.

El mar Caribe tomó su nombre de manera curiosa, pues se cuenta que al preguntar los españoles qué nombre tenía ese mar, dado por los indios cubanos, ellos señalaron “caribes”, indicando las tribus que venían, no el nombre del mar, pues tampoco habían entendido bien lo que preguntaban los españoles. Y estos pensaron que se les señalaba el mar. Su otro enemigo, las tormentas que se originaban en el golfo, eran llamadas por ellos “hurrikan”, de donde más tarde vendría la palabra “huracanes”. En ambos casos los indios cubanos huían tierra adentro, escondiéndose en cuevas, para aguantar el temporal, tanto de indios feroces como de vientos poderosos y torrentosas cascadas de agua caídas del cielo. Esta técnica no les funcionó con los españoles, pues los persiguieron con perros, hasta hallarlos selva adentro, poniéndolos a trabajar como esclavos. Pronto se acabaron tanto las pepitas como los indios. En poco tiempo, de los aborígenes cubanos no quedó casi nada, y los españoles, en su deseo de encontrar oro, se fueron esparciendo por otros lugares fuera de Cuba, conociendo al continente americano.

Así descubrieron México. Destrozaron a los feroces aztecas, ayudados por otros pueblos indígenas, que de igual modo pagaron caro su ayuda a los españoles, pues también fueron devastados. Si con la sandalia azteca lo pasaban mal, no fue nada comparado con lo que sufrieron cuando la bota española cayó sobre sus espaldas. Luego los conquistadores la emprendieron con toda Centroamérica. De Colón ya no quedaba apenas sino el recuerdo, muerto, según algunos, cubierto de cadenas en la lejana España.

Luego del Caribe la llegada al Océano Pacífico fue una consecuencia lógica. Así, se cuenta que Vasco Núñez de Balboa lo descubre en la fecha exacta del 25 septiembre de 1513. No obstante, como norma en la historia humana, los grandes han muerto pronto. En el año del señor de 1517 moría decapitado, acusado de alta traición, cargo muy común en todas las épocas para desembarazarse de alguien incómodo. Fue usado por César y contra César, usado y contra usado por y contra Napoleón. Alejandro Magno, Hitler, Fidel Castro, Hugo Chávez y cuanto dictador, mediocre o no, que ha existido, ha necesitado ese extra pasa salir de los molestos. Vasco Núñez de Balboa fue otra víctima del mismo epíteto. Puede solo tener de consuelo que aún muchos más en el futuro, mientras existan seres humanos, serán culpados de lo mismo al estar atravesados en el camino de algún dictador. El autor de este libro, por ejemplo, si el libro llega a molestar al sistema cubano, igualmente sería acusado de traidor. Por suerte no será un libro muy famoso y así no seré acusado de traidor a la patria y continuaré con mi cabeza puesta.

Los españoles, a quienes no se les puede quitar su afán de aventura e intrepidez, así como de arrogancia y asesinatos (¡cuantas cosas van unidas en el alma humana!), conquistan el último imperio, el de los incas en el Perú en una maniobra militar y política realmente audaz, al nivel de la de Cesar o Alejandro Magno. El orgulloso Atahualpa, engañado como un niño, es ejecutado. Toda América yacía a los pies de los conquistadores. No obstante el pastel no se lo iban a dejar solo a España. Pronto las potencias europeas, con sus ojos anteriormente vueltos hacia Oriente, en el gran comercio de las especies de la época del Renacimiento, voltearían sus cabezas para mirar hacia el lugar antes nunca soñado. Hacia Occidente…

Cientos de navíos con banderas holandesas, inglesas, francesas, portuguesas y otras empezaron a surcar las aguas del Golfo de México, mientras un asombrado Mar Caribe los contemplaba, acostumbrado durante siglos a pequeñas piraguas. Aquí entró de nuevo el asunto Cuba. España entendió casi desde el inicio su riqueza aún hoy mantenida y que no se perdería jamás, pues no dependía de los gobiernos. Esta era su clima y su posición geográfica. Cuba ocupa una posición privilegiada en el centro del Golfo de México. En Cuba se prepararon y salieron las expediciones de Hernán Cortés a Tenochtitlán, así como la conquista del Perú, y la de la Florida, pues era la base militar de España en América, aún antes de poner plazas fuertes en el mismo continente. Era lo que llamaríamos hoy una base militar naval. Tanto fue así que la última colonia de España en América fue la isla de Cuba, a la cual no quería perder bajo ninguna circunstancia.

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Breve Historia de América y de Cuba 1

La corriente socialista latinoamericana tiene su origen no solo en la enorme ignorancia de nuestras masas sobre qué es el socialismo, sino en sus ansias de mejorar económicamente. Nuestro atraso no es de ahora, sino de siglos. Desde el mismo momento de la llegada de los conquistadores ya estábamos tecnológicamente inferiores. ¿Por qué?

- Aparición de los humanos en el continente americano.

Hace unos 30 000 (últimamente se cree que unos 50 000) años aproximadamente, según los restos fósiles, bandas de cazadores que vagaban por el Asia, encontraron el paso del estrecho de Bering y cruzaron a Norteamérica, aislándose de las demás tribus de la época. La raza humana había empezado la conquista y colonización del continente americano. En Europa y Asia quedaron otros grupos de homo sapiens u hombre moderno. Por ello obviamente los pueblos de América eran exactamente iguales genéticamente a los europeos. No obstante, a la llegada de los españoles estaban considerablemente más atrasados con respecto a estos.

¿Cuál fue la causa del atraso de estas civilizaciones con respecto a las europeas? Los expertos en el tema reconocen tres causas fundamentales. Una es la difícil comunicación entre los pueblos americanos debido a la forma geográfica del continente. Otra es la poca o nula posibilidad de uso de animales domésticos grandes, como por ejemplo el caballo o la vaca. Esto hubiera posibilitado una mayor comunicación, más rápida, y a su vez mayor consumo de carne y producción agrícola, posibilitando un aumento económico más rápido. Una tercera causa está relacionada con los cultivos en América y en Europa. El trigo por ejemplo, es mucho más eficaz como alimento y producto agrícola que los cultivos americanos. Se cultiva más rápido, en mayor cantidad y nutritivamente la misma cantidad es mejor

Analicemos brevemente estas causas. Los pueblos que se quedaron en Europa y Asia se hallaban en continentes en los cuales las cadenas montañosas y otros obstáculos geográficos no impedían la comunicación de los distintos descubrimientos entre ellos. El descubrimiento de la agricultura posibilitó la formación de ciudades inmensamente pobladas para la época, probablemente del 8000 al 10000 antes de Cristo, Este conocimiento rápidamente se extendió por otros pueblos de la futura Mesopotamia. De igual forma pasó con los metales, las armas de guerra, las estrategias de combate, las religiones, las artes de navegación, grandemente desarrolladas en ese gran fiordo de entrenamiento que ha sido el Mediterráneo. Los pueblos de Asia y Europa se comunicaban desde la más remota antigüedad, por rutas trazadas entre el desierto y la cordillera del Himalaya, pues las altas montañas están alineadas de manera oeste este, permitiendo, a través de pasos, el contacto entre Asia y Europa. No obstante, la misma distribución oeste este (o este oeste) del Sahara impidió que los pueblos al centro y sur de África, llegaran de igual modo a conocer y estar a la altura de los otros pueblos del norte de África, los de Europa y Asia. En el lugar donde existen ahora los orgullosos alemanes, daneses, suecos, franceses e ingleses, hace apenas unos 2000 años vivían personas sumamente atrasadas, aún con pieles de ganado y golpeándose con porras. Fue su cercanía al Imperio Romano, a esa fecunda zona cultural del Mediterráneo, lo que preparó su futura explosión cultural y tecnológica, aprendiendo de Roma, la potencia de la época, todo lo necesario para formar grandes culturas, como más tarde harían. Por cierto, de nuestra potencia moderna, los EUA, no quieren aprender mucho los latinos, nos gusta más criticarla.
En América la situación fue diferente. La estructura del continente americano es alargada y se estrecha en su centro. Esta zona central poseía y posee aún grandes selvas. Los pueblos americanos se asentaron primeramente en el norte, en la zona de Alaska y parte del Canadá, pues era por donde habían cruzado. El frío, poco a poco, los haría bajar más al sur. Estas tribus hallaron grandes planicies repletas de caza. Y sobre todo sin competencia humana. Tan bien les fue que ni regresaron por donde habían venido, ni dejaron muchos de los gigantescos animales de esa época con vida. Se ve en los restos fósiles la enorme extinción que sufrieron estas criaturas, comparando la cantidad de huesos de estos animales antes de la llegada de los futuros pobladores de América, y luego de su llegada. Especies como el mamut, que aún quedaba en América, el gran oso de las cavernas y el famoso macairodo o tigre dientes de sable, fueron borradas para siempre.

Esto indica que, contrariamente a muchas corrientes nacionalistas socialistas latinoamericanas, los hombres primitivos de este continente eran tan feroces como sus parientes europeos. Solo que más atrasados. Existen demasiadas tendencias actuales que intentan mostrar a los incas, a los aztecas, o a los mayas mucho mejores en sentimientos humanos que los españoles e ingleses. Si los americanos hubieran conquistado la Europa Medieval, las masacres de seres humanos hubieran sido iguales a las cometidas por los europeos al venir al continente americano 500 años atrás. Todos formamos la inmensa familia de la raza humana, y todos tenemos iguales características.

Sin saber aún que estaban iniciando el futuro atraso de sus pueblos, estas tribus no se quedaron en América del Norte, sino que continuaron bajando, llegando a las selvas mesoamericanas. Allí quedaron muchos pero otros continuaron su expansión. Puede que presionadas por las demás o simplemente para llegar a nuevos lugares, pero se las ingeniaron para atravesar la selva amazónica o surcar las aguas del Pacífico, llegando al fin al lado sur del continente, donde formarían más tarde el imperio inca o los fuertes araucanos.

Los de Mesoamérica, estableciéndose y de algún modo redescubriendo de nuevo la agricultura, usada ya milenios antes por sus antiguos hermanos del continente europeo y asiático, formaron ciudades en la zona que más tarde sería el aguerrido Imperio Azteca, y el inteligente pueblo Maya. Dicho sea de paso, el pueblo que más logró intelectualmente en América fueron los mayas, aún cuando a la llegada de los españoles no quedaban ya sino solo los restos de su antigua cultura.

Pero a pesar que los mayas lograron grandes avances en el conocimiento del mundo que los rodeaba, la comunicación entre los pueblos en América era difícil, imposibilitando un intercambio cultural adecuado entre ellos y obviamente, entre los que quedaron en Asia, causa fundamental de la diferencia de desarrollo de los aborígenes americanos y el resto del mundo. Parte de estas tribus de Centroamérica se expandieron por las islas del Caribe y las selvas del Amazonas, aislándose de nuevo de las demás. Así estuvieron hasta bien entrado el siglo XV. El mar Caribe posiblemente se hubiera convertido en algo parecido al Mediterráneo europeo, por las culturas a su alrededor pero no hubo tiempo… La separación de 50 000 años atrás habría de terminar pronto. La Tierra empezó a ser, debido a los descubrimientos del Renacimiento, un lugar ya pequeño. Inmensas piraguas aparecieron en el horizonte de los mares americanos y rápidamente “actualizaron el disco duro “de los nativos.

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Los orígenes de Fidel Castro

Justo antes de finalizar la centuria, en el año 1899 sucedió un hecho trascendental, pero que los libros de Historia de Cuba no mencionan. Apenas unos días para comenzar el nuevo siglo, posiblemente el 4 de diciembre de 1899, llegó el vapor francés Mavane al puerto de La Habana. Tantos vapores en esa época atracaban que éste no llamó la atención. Pero ese día era diferente. Llevaba una preciada carga dentro de él. Poco a poco comenzaron a descargar sus mercancías. La tarea era aburrida para los trabajadores portuarios. El ardiente sol golpeaba sin piedad sus tostados rostros. Todos deseaban que pasaran rápidamente esas semanas y llegara el fin de año, para la celebración del nuevo siglo, el inicio del Siglo XX. Pronto los pasajeros iniciaron el descenso a suelo cubano. Uno de ellos se detuvo un instante, justo antes de pisar esa nueva tierra. Aún estaba en el barco y sin saberlo de su próximo paso dependería una nación durante medio siglo. Más aún, el planeta entero, con cientos de miles de vidas humanas, muchas aún sin nacer, dependían de aquel último paso. Por entre las nubes Dios lo miró con un suspiro contenido, pero nada podía hacer en asuntos de humanos. El hombre venía de Galicia, y estaba seguro, como muchos de sus compatriotas gallegos, que su vida aquí mejoraría. Miró el ardiente sol tropical, se limpió el sudor que ya comenzaba a brotarle de la frente y por fin colocó su pie fuera del barco. Una pequeña nube de polvo se levantó y toda la Isla se estremeció. Nadie en Cuba se imaginaba que en ese momento el destino de un país, por más de 50 años, estaba echado. Caminando rápido y alejándose del ardiente sol, el futuro padre de Fidel Castro se perdió entre la multitud.